Comprender la periostitis
La periostitis es una afección inflamatoria que afecta al periostio, una densa capa de tejido conjuntivo vascular que envuelve los huesos, especialmente en la parte inferior de la pierna. Esta lesión suele manifestarse como dolor a lo largo de la cara interna de la parte inferior de la pierna, especialmente durante o después de actividades que implican movimientos de alto impacto, como correr, saltar y diversos deportes. Los atletas que practican carreras de larga distancia, deportes de pelota y gimnasia son especialmente propensos a sufrir esta afección.
El dolor asociado a la periostitis suele ser localizado y puede empeorar con la actividad. A medida que la inflamación progresa, las molestias pueden hacerse crónicas, lo que repercute en el rendimiento y la movilidad general. Esta lesión suele producirse debido al estrés repetitivo sobre la tibia, que puede provocar microdesgarros y la consiguiente inflamación del periostio. Entre los factores que contribuyen al desarrollo de la periostitis se incluyen un calzado inadecuado, rutinas de calentamiento inadecuadas y aumentos repentinos de la intensidad o el volumen del entrenamiento.
¿Por qué se produce la periostitis?
Los problemas biomecánicos, como el pie plano o la sobrepronación, también pueden agravar el riesgo de desarrollar periostitis, ya que alteran la distribución de fuerzas entre las piernas durante la actividad física. Además, un tiempo de recuperación insuficiente entre sesiones de entrenamiento puede provocar lesiones por uso excesivo como la periostitis. Los síntomas suelen incluir sensibilidad, hinchazón y dolor localizado que puede irradiarse a zonas cercanas, lo que dificulta que los deportistas mantengan sus regímenes de entrenamiento.
El tratamiento de la periostitis suele comenzar con medidas conservadoras, como reposo, aplicación de hielo y antiinflamatorios para aliviar el dolor y reducir la hinchazón. Puede recomendarse fisioterapia para abordar cualquier problema biomecánico y fortalecer los músculos circundantes, que pueden proporcionar un mejor apoyo a la zona afectada. La reanudación gradual de la actividad es crucial, y a menudo implica planes de entrenamiento modificados que permitan al cuerpo adaptarse sin más agravamiento. En casos persistentes, pueden considerarse intervenciones médicas como inyecciones de corticosteroides o, en raras ocasiones, opciones quirúrgicas.