Lesiones del LCA
Las lesiones del ligamento cruzado anterior (LCA) se encuentran entre las lesiones de rodilla más comunes e importantes, sobre todo en deportes que implican paradas, pivotes o cambios de dirección repentinos. El LCA es un ligamento crucial situado en el centro de la rodilla, responsable de estabilizar la articulación impidiendo que la tibia (hueso de la espinilla) se deslice hacia delante en relación con el fémur (hueso del muslo). El LCA resiste principalmente las fuerzas de traslación y rotación anteriores, estabilizando la articulación de la rodilla. La rotura o desgarro del LCA puede afectar significativamente a la capacidad del deportista para seguir practicando deporte.
Las lesiones del LCA son especialmente frecuentes en deportes como el fútbol, el baloncesto, el balonmano, el floorball y el esquí alpino, en los que los giros rápidos, los saltos y los aterrizajes en posiciones incómodas sobrecargan la rodilla. Estos deportes implican movimientos de alta velocidad con frecuentes cortes, pivotes o desaceleraciones, lo que aumenta el riesgo de lesiones del LCA sin contacto. Estas lesiones suelen estar causadas por mecanismos sin contacto, como cambios bruscos de dirección, paradas demasiado rápidas o aterrizajes con la rodilla extendida o en valgo (hacia dentro) tras un salto. Aunque el impacto directo de una colisión también puede causar roturas del LCA, es menos frecuente.
¿Sabía que? Las mujeres tienen mayor riesgo de sufrir lesiones del LCA sin contacto debido a diferencias biomecánicas y anatómicas.
Diagnóstico precoz de las lesiones del LCA
Los deportistas que sufren una lesión del LCA pueden experimentar un fuerte «chasquido» en el momento de la rotura, seguido de hinchazón inmediata, inestabilidad y dificultad para soportar peso en la pierna afectada. El diagnóstico de una lesión del LCA es fundamental en una fase temprana para garantizar que se inicia el plan de tratamiento adecuado. Los profesionales médicos suelen recurrir a exploraciones físicas, como la prueba de Lachman, la prueba de desplazamiento del pivote o la resonancia magnética para confirmar el diagnóstico. La RM también ayuda a evaluar las lesiones asociadas (como roturas de menisco o hematomas óseos), que son frecuentes en las lesiones del LCA.
Las opciones de tratamiento varían en función de la gravedad de la lesión y del nivel de actividad de la persona. En la mayoría de los casos, es necesaria una intervención quirúrgica para reconstruir el ligamento roto, sobre todo para quienes desean volver a practicar deportes que impliquen pivotar. La rehabilitación postoperatoria y la fisioterapia son esenciales para recuperar la fuerza, la flexibilidad y la estabilidad de la articulación de la rodilla. El proceso de rehabilitación puede durar entre 6 y 12 meses. Para las personas con un estilo de vida menos activo o desgarros menores, pueden ser suficientes los tratamientos no quirúrgicos, como el uso de ortesis y la fisioterapia.
Sin el tratamiento adecuado, una rotura del LCA puede provocar problemas a largo plazo, como inestabilidad crónica, daños en el cartílago y artritis de aparición temprana, por lo que es vital tratar la lesión con prontitud.