Una luxación de hombro ocurre cuando el hueso del brazo superior (húmero) se desplaza fuera de la cavidad con forma de copa (glenoides) del omóplato.
Esto suele ser el resultado de una lesión traumática, como una caída sobre el brazo extendido o un golpe directo en el hombro.
Cuando se produce una luxación, se experimenta típicamente un dolor intenso y una deformidad visible.
Además del hueso, las estructuras blandas circundantes, como el cartílago, los ligamentos y la cápsula articular, pueden dañarse, lo que puede derivar en inestabilidad crónica de la articulación y dolor persistente.

Los síntomas iniciales de una luxación de hombro incluyen dolor severo, incapacidad para mover el brazo y deformidad visible en la zona del hombro.
Algunas personas también pueden experimentar hinchazón, hematomas y espasmos musculares.
Una luxación puede derivar en complicaciones adicionales, como daño en los nervios o en los vasos sanguíneos.
Un tratamiento temprano y eficaz es esencial para evitar estas complicaciones y reducir el riesgo de futuras luxaciones.

El diagnóstico generalmente incluye una exploración física y pruebas de imagen como radiografías o resonancias magnéticas (RM) para evaluar la gravedad de la lesión y descartar fracturas.
El tratamiento suele comenzar con la reducción de la luxación, es decir, la maniobra para recolocar el húmero en su sitio dentro de la cavidad.
Este procedimiento debe ser realizado siempre por un profesional de la salud, para evitar daños adicionales.

Una vez que el hombro ha sido recolocado, el tratamiento se centra en el control del dolor y la rehabilitación funcional.
Puede ser necesario inmovilizar el hombro con un cabestrillo durante algunas semanas para permitir que los ligamentos y músculos sanen adecuadamente.
Tras esta fase inicial, la fisioterapia se vuelve fundamental para fortalecer la musculatura del hombro, mejorar el rango de movimiento y prevenir futuras luxaciones.
Los ejercicios suelen incluir rutinas de fortalecimiento y ejercicios de estabilidad, adaptados a las necesidades individuales de cada paciente.

La rehabilitación es clave, ya que un hombro que ha sufrido una luxación es más propenso a sufrir nuevas dislocaciones si no se gestiona correctamente.
Seguir un programa estructurado de fisioterapia puede garantizar una recuperación completa y restaurar la funcionalidad del hombro, lo que permite a los atletas volver a practicar deportes como el balonmano con menos riesgo de recaídas.

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